Amar, amar, amar, amar siempre, con todo el ser y con la tierra y con el cielo, con lo claro del sol y lo obscuro del lodo: amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. Y cuando la montaña de la vida no sea dura y larga y alta y llena de abismos, amar la intensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos! |
Darío, Rubén |